T: ORIGEN DE LA CRISIS DEL PENSAMIENTO ACTUAL – Segunda parte
Miramos la realidad
En la medida en que crecemos y maduramos, va surgiendo con más fuerza aquella voz que clama en nuestro interior por ser respondida. La voz de nuestra mismidad. Queremos saber quiénes somos y cuál es el sentido de nuestra existencia en la tierra.
Tratamos de encontrar a nuestro alrededor luces que nos puedan guiar hacia la respuesta; pero como hemos visto en el tema anterior, muchas veces buscamos en caminos equivocados, por lo que encontramos respuestas parciales y reducidas sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea, que no logran explicar el misterio de lo que somos.
En la historia de la humanidad, se ve reflejada esta búsqueda, la que en la medida que no ha aceptado la luz que Dios le brinda lo ha llevado al desconcierto y a la desesperanza.
Después de un breve recorrido por algunas características principales del desarrollo de las ideas en los siglos anteriores, en este tema nos vamos a centrar, un poco más en las ideologías más relevantes que conforman lo que se conoce hoy como el pensamiento moderno, desde fines del siglo XVIII hasta el siglo XIX; y en el pensamiento post modernos, siglo XX.
¿Quieres conocer el origen de la crisis del pensamiento actual?
Iluminamos al mundo con la fe
1. Pensamiento moderno, fines del siglo XVIII y siglo XIX
a. Agnosticismo
«La filosofía moderna, dejando de orientar su investigación sobre el ser, ha concentrado la propia búsqueda sobre el conocimiento humano. En lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar sus límites y condicionamientos»[1].
Agnosticismo, como un término de la filosofía moderna, se usa para describir las limitaciones del conocimiento humano que niegan la capacidad de conocer la existencia de una «realidad absoluta» mientras, al mismo tiempo, se niega su cognoscibilidad.
Aparece con fuerza en Kant como una crítica adversa a las facultades de conocimiento del hombre para responder a la pregunta fundamental: ¿qué podemos conocer? Su respuesta «un mundo de cosas separado del mundo que conocemos» proporcionó el punto de partida del movimiento moderno hacia la construcción de una filosofía de lo incognoscible. Presumió que la universalidad, la necesidad, la causalidad, el espacio y el tiempo eran meramente una forma constitutiva de la mente, del modo de ver las cosas, y de ningún modo derivaban de la experiencia. El resultado fue que tuvo que admitir la incapacidad de la mente para conocer la realidad del mundo, del alma, o de Dios.
Este agnosticismo comenzado por Kant toma fuerza con Georg Hegel (1770- 1831) a comienzos del siglo XIX, quien proclamó la «autonomía absoluta del hombre», basándose en la mera naturaleza humana, la que consideró que había llegado a su expresión más sublime.
El término agnosticismo fue acuñado por el biólogo Thomas Huxley (1825- 1895), quien lo definió como el principio «donde la persona está equivocada cuando sostiene que está segura de la verdad objetiva de una proposición hasta que no produzca evidencia que justifique lógicamente su certeza»[2]. Así pues, se alió con las posturas anticristianas y se apoyó en las teorías darwinistas, de las que hablaremos más adelante.
La idea de Kant de «un mundo de cosas separado del mundo que conocemos» proporcionó el punto de partida del movimiento moderno.
¿Relacionas las siguientes frases con el agnosticismo? ¿Por qué? Ver para creer.
– Tengo que comprobarlo.
– Puede ser… pero necesito verlo con mis propios ojos.
– Pruébame materialmente que Dios existe.
Ante esta ideología debemos recordar que la capacidad del hombre de conocer toda la realidad es limitada, es por esto que el Señor se ha revelado al ser humano y le ha comunicado la verdad sobre él y sobre el mundo. La fe y la razón se complementan, ésta ilumina la razón del hombre.
«El Dios, que se da a conocer desde la autoridad de su absoluta trascendencia, lleva consigo la credibilidad de aquello que revela. Desde la fe el hombre da su asentimiento a ese testimonio divino. Ello quiere decir que reconoce plena e integralmente la verdad de lo revelado, porque Dios mismo es su garante»[3]
b. Secularismo
El secularismo es el pensamiento antirreligioso por definición. Separa a la persona en compartimientos independientes y hasta opuestos: por un lado la experiencia religiosa y de fe y, por otro lado, su pensamiento y quehacer.
El secularismo está ligado al proceso cultural de la secularización, que es un desorden o deformación de la valoración que en sí misma es positiva de la legítima autonomía de las realidades terrenas, es decir, donde se reconoce que existen distintos órdenes en la realidad que responden a diferentes ámbitos del actuar del hombre, aunque nunca considerando la posibilidad de que estos naturalmente estén en conflicto.
Finalmente, terminó por «encerrar» la religión en la esfera de la fe y la piedad personal. El término secularismo se debe a George Holyoake, activista socialista, quien a mediados del siglo XIX introdujo el término para librar al partido socialista de cualquier sospecha de ateísmo militante, postura rechazada por los obreros quienes eran respetuosos de la religión.
De manera especial, vemos el materialismo de Karl Marx (1818-1883) y el psicologismo de Sigmund Freud (1856-1939) como exponentes del secularismo del siglo XIX; en esta opción secular se buscaba terminar de liberar al «hombre nuevo» de lo que consideraban «religión opresiva».
Sigmund Freud fue un médico neurólogo alemán, considerado el «padre del psicoanálisis». Él se propuso despojar el estudio de la mente y del comportamiento humano de aquello que consideró peyorativamente como injerencia «teológica». Añadió para esto el racionalismo y el positivismo secular. Trató la religión como una «neurosis» afirmando que lo que lleva al sentimiento y las creencias religiosas son el miedo y el deseo. Por su parte, Marx instrumentaliza al hombre bajo la figura del Estado, llama a la religión el «opio del pueblo» e impulsa uno de los movimientos despersonalizantes y antirreligiosos más agresivos que haya visto la historia.
De Charles Darwin (1809-1882), podríamos decir que es un prominente científico que, ante su propia crisis religiosa, proyectó su trabajo no solo sobre las ciencias sino también al ámbito de la metafísica y la religión. Su trabajo más conocido, sobre el origen de las especies, antagoniza la fe con la ciencia, generando así una falsa antinomia, que va a ser el punto de partida para la «ideología» evolucionista que propone.
¿Con qué pensadores relacionarías las siguientes frases?
– El hombre es un mono desnudo:
– La religión es el opio del pueblo:
– Dios es proyección psicológica de la necesidad de felicidad del ser humano:
– El mundo no fue creado por Dios, es fruto solamente de la evolución:
¿Te suenan familiares estas actitudes? ¿Con qué ideología?
– Yo respeto su religión, pero no tiene nada que ver en la vida.
– Una cosa son las creencias religiosas y otra muy diferente la racionalidad que debe sustentar la democracia.
– Yo soy católico, pero no practicante.
– Yo veré como creo… yo tengo mi propia religión.
– Yo me confieso directamente con Dios.
– Yo creo en Dios, pero no en la Iglesia.
El Papa Francisco nos advierte de las consecuencias del secularismo en el mundo actual: «El proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Además, al negar toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y la juventud, tan vulnerable a los cambios»[4].
2. Pensamiento Post Moderno, Siglo XX
Así vamos entrando en el siglo XX y nos encontramos con el agnosticismo funcional, que se caracteriza por esa incapacidad de afirmar la existencia de Dios o de negarla, terminando en una negación del hecho de Dios y de sus implicancias en nuestra vida. El agnosticismo funcional es, por lo tanto, una prescindencia de Dios en la vida cotidiana.
Esto va llenando de sinsentido el obrar cotidiano y conduce hacia la pérdida del verdadero sentido de la existencia, es decir, conduce al hombre a la desesperanza. El interlocutor asume que lo único demostrable es lo sensible y, por lo tanto Dios debe permanecer en el ámbito de la «pura» experiencia interna, aceptando que ya no tiene ninguna expresión visible, pública[5].
La cotidianeidad del pensamiento agnóstico constituye pues uno de los grandes dramas de nuestro tiempo, sino el más grave; los criterios agnósticos y reduccionistas trivializan los valores más preciados e íntimos de la persona, deshumanizan al hombre, convirtiéndolo en mero producto de las ideologías.
El posmodernismo es un pensamiento sin rumbo, que expresa el vacío y descontento del ser humano desesperanzado…
Hemos alcanzado así el tiempo del «posmodernismo»; palabra misma que tiene un contenido negativo. No lleva ninguna propuesta nueva, sino que se designa como lo que «viene después». Es un pensamiento sin rumbo, que expresa el vacío y descontento del ser humano desesperanzado de las promesas de la modernidad y la ilustración que dieron al progreso y a la razón absoluta primacía.
a. Existencialismo
El dios «razón» mostró su incapacidad de dar respuesta a las verdaderas necesidades del ser humano. Como reacción contraria a estos movimientos, vemos nuevamente el despertar del interés por el hombre, en el Existencialismo, pero con un fuerte tinte de desesperanza, pues ya no se cree en lo trascendente ni en la razón.
El existencialismo tiene, pues, como característica principal una especial sensibilidad hacia la existencia humana en concreto, a su actual situación, pero ofreciendo una respuesta generalmente pesimista y desesperanzada ante la realidad, por partir de una aproximación horizontalista, por no comprender al hombre como un ser teologal.
Los exponentes más influyentes del existencialismo ateo son Karl Jaspers (1882-1969), Martin Heidegger (1889-1976) y Jean-Paul Sartre (1905-1980). Todos asumen la existencia como una actualidad absoluta en la que se elige ser uno mismo, su finitud.
Tiene una respuesta generalmente pesimista y desesperanzada ante la realidad, por partir de una aproximación horizontalista, por no comprender al hombre como un ser teologal.
¿Te suenan familiares las siguientes frases? ¿Con que ideología?
– La vida es una náusea.
– El otro es un infierno para mí. No hay nada como estar solos.
– No tiene sentido la vida.
– Comamos y bebamos que mañana moriremos.
3. La primera y segunda guerra mundial
Cuando las arbitrariedades heredadas del pensamiento ilustrado entraron en crisis, las guerras mundiales estallaron y los diferentes acontecimientos del mundo decepcionaron a los defensores de las ideologías más radicales del pasado, se fue notando con mayor fuerza la desilusión de este camino de alejamiento de Dios, de pseudohumanismo y de exaltación exagerada de la razón.
a. La Primera Guerra Mundial
Fue un conflicto bélico mundial que se desarrolló de 1914 a 1918. Involucró a las grandes potencias del mundo, que se alinearon en dos bandos enfrentados: por un lado, los aliados de la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia.) y, por otro, las potencias centrales de la Triple Alianza, (Alemania, Austria-Hungría e Italia).
En el transcurso del conflicto, fueron movilizados más de 70 millones de militares. Murieron más de 9 millones de combatientes, muchos a causa de los avances tecnológicos de la industria armamentística.
b. La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló de 1939 a 1945. En él se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas: los Aliados y las Potencias del Eje. Fue una de las mayores contiendas bélicas de la historia, con más de cien millones de militares movilizados y un Estado de «guerra total» en el que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el holocausto y el uso, por primera y única vez, de armas nucleares en un conflicto militar. La Segunda Guerra Mundial tuvo un resultado final de 50 a 70 millones de víctimas.
4. Siglo XXI
¿Hemos alcanzado ya «el fin de la historia» como Francis Fukuyama —representante del escepticismo— proclama?
La historia está hecha por personas… La historia la continuamos nosotros los hombres y mujeres de hoy…
¿Proclamas tú junto a este vago humanismo posmoderno la derrota de la capacidad del hombre de volver sobre sí mismo, de encontrarse con su más profunda identidad y de reconciliarse con Dios?
Este pesimismo derrotista está bien alejado de nuestra esperanza cristiana. No podemos temer a la verdad, ser timoratos al mandato del Señor, tenemos ante nosotros la responsabilidad de denunciar con vigor el desconocimiento y el descrédito de la verdad en nuestro mundo. Debemos rechazar una postura de desesperanza, de cerrarnos en nosotros mismos o simplemente hacernos pasar como el resto.
Al respecto, el entonces cardenal Ratzinger nos alienta en la Misa de Iniciación del Cónclave, en el que fue elegido como sucesor de Pedro:
«Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en estas últimas décadas, cuántas corrientes ideológicas, cuántas modas del pensamiento… La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos con frecuencia ha quedado agitada por las olas, zarandeada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinismo; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir en el error[6]. Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar “zarandear por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que solo deja como última medida el propio yo y sus ganas.
Tenemos que madurar en esta fe adulta, hacer la verdad en la caridad.
Nosotros tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. “Adulta” no es una fe que sigue las olas de la moda y de la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da la medida para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad.
Tenemos que madurar en esta fe adulta, tenemos que guiar hacia esta fe al rebaño de Cristo. Y solo la fe, crea unidad y tiene lugar en la caridad. San Pablo nos ofrece, en oposición a las continuas peripecias de quienes son como niños zarandeados por las olas, una bella frase: hacer la verdad en la caridad, como fórmula fundamental de la existencia cristiana. En Cristo, coinciden verdad y caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, verdad y caridad se funden. La caridad sin verdad sería ciega; la verdad sin caridad, sería como “un címbalo que retiñe”[7]».
5. Conclusión
¿Cómo salir de esta situación? Urge hacer vida y anunciar a cada hombre la Reconciliación traída por el Señor Jesús. Reconciliación con Dios, con uno mismo, con los demás y con lo creado. Y esta reconciliación, como nos enseña el apóstol Pablo, empieza por la transformación de nuestra mente. Estamos llamados a conocer la fe, que hemos recibido como un don de Dios y que estamos llamados a hacerla crecer en nuestras vidas y a anunciarla a los demás. Estamos invitados a permitir que el Señor con su Luz ilumine nuestras vidas y sea así fuente de verdadera esperanza.
La formación en una fe integral es fundamental para poder evangelizar la cultura y para dar respuestas a las ideologías imperantes en nuestros tiempos. Por esto, el estudio y la reflexión de nuestra fe es un apostolado muy exigente y muy necesario para nuestros tiempos.
La respuesta hoy y siempre es el Señor Jesús. Llenémonos de esperanza. Conformándonos con Él, colaboramos con la transformación del mundo.
Interiorizamos
¿Cómo vivo esto?
«Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Solo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Solo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Solo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida»[8]
Preguntas para el diálogo
• ¿Es el Señor Jesús verdadera respuesta para el hombre? ¿Para tu vida?
• ¿Por qué el mundo actual está tan alejado de Dios?
• ¿Tomas conciencia de cómo muchos de los criterios antievangélicos que tenemos provienen de las ideologías estudiadas en las dos últimos temas?
• ¿Cuáles son los criterios que en tu caso debescambiar?
Vivamos nuestra fe
¿Qué haré para cooperar con la gracia?
Acciones personales
• Revisa cada una de las ideologías estudiadas en la reunión y compárala con las ideas o actitudes que tienes muchas veces.
• Pon medios concretos para convertirte más al Señor.
• Busca criterios evangélicos que te ayuden a contrarrestar aquellas ideas que te alejan de Dios y de su Plan.
Acciones comunitarias
• Realicen una investigación a través de libros, noticias, películas etc., en los que encuentren reflejos de las ideologías mencionadas en este tema. Luego, preséntenlas en la agrupación y compartan sus experiencias.
• Lean la encíclica Fides et ratio[9] y compartan sus reflexiones en el grupo.
• Recen un rosario comunitario, pidiéndole a María que los ayude a responder con generosidad, a la misión que les encomienda el Señor de comunicar con fidelidad su Evangelio.
Celebramos nuestra fe
Recemos en Comunidad
Todos:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Monitor:
Gracias Señor Jesús por habernos llamado para seguirte. Gracias por habernos mostrado la verdad de nosotros mismos que proviene de ti. Ayúdanos a corresponder a tu infinito amor con una vida santa y reconciliada.
Lector:
«No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno ,Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que Tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mí»[10].
Monitor:
Acojamos las palabras del Señor que nos invitan a confiar en Él y en su amor. Y comprometámonos con ardor y entusiasmo a anunciarlo a Él, que es camino, verdad y vida.
Cantamos: «Nueva Generación».
Todos:
1. Yo vengo del Sur y del Norte, del Este y Oeste,
de todo lugar. Caminos y vidas recorro,
llevando socorro, queriendo ayudar.
Mensaje de paz es mi canto, y cruzo montañas,
y voy hasta el fin. El mundo no me satisface;
lo que busco es la paz, lo que quiero es vivir.
AL PECHO LLEVO UNA CRUZ
Y EN MI CORAZÓN LO QUE DICE JESÚS. (2v)
2. Yo sé que no tengo la edad ni la madurez
de quien ya vivió, mas sé que es de mi propiedad
buscar la verdad y gritar con mi voz.
El mundo va herido y cansado de un negro pasado
de guerras sin fin. Hoy teme la bomba que hizo
y la fe que deshizo, y espera por mí.
3. Yo quiero dejar mi recado: no tengo pasado,
pero tengo amor, el mismo de un Crucificado
que quiso dejarnos un mundo mejor.
Yo digo a los indiferentes que soy de la gente
que cree en la Cruz, y creo en la fuerza del hombre
que sigue el camino de Cristo Jesús.
Monitor:
Pidámosle a Santa María, la Madre de los apóstoles que interceda por cada uno de sus hijos y que nos ayude a colaborar con entusiasmo y generosidad en la misión que Cristo a Ella le ha encomendado.
Rezamos juntos la oración «Acto de consagración».
Todos:
¡Oh Señora mía, oh madre mía!, yo me entrego del todo a Ti.
Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra
todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.
Todos:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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NOTAS
1. San Juan Pablo II, Encíclica Fides et Ratio, 5.
2. Jarosav Pelikan, The Melody of the Theology, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1988, pp. 9-11.
3. San Juan Pablo II, Encíclica Fides et Ratio, 13.
4. Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 64.
5. Ver Jean Card, Daniélou, Memorias, Mensajero, Bilbao 1975, p. 133.
6. Ver Ef 4,14.
7. 1Cor 13,1.
8. Benedicto XVI, Homilía de en la misa de inicio oficial de su pontificado.
9. San Juan Pablo II, Encíclica Fides et ratio.
10. Jn 17,20-23.